La tomografía eléctrica es un método geofísico eficaz y no invasivo para realizar modelos bidimensionales (2D) de resistividad eléctrica.
Esta metodología utiliza la física de la transmisión y circulación de corriente para determinar las propiedades eléctricas del subsuelo. Utiliza arreglos de 4 electrodos que permiten la inyección de corriente en 2 de ellos y la medición de diferencia de potencial o voltajes en los otros 2. Las magnitudes de la diferencia de potencial según la corriente inyectada, es el dato que contiene información sobre las resistividades eléctricas del subsuelo y que luego, mediante métodos numéricos se pueden modelar.
Existen diferentes tipos de arreglo que se pueden utilizar según el objetivo del estudio, la profundidad y resolución que se desea alcanzar. Esta metodología permite modelar hasta cientos de metros en profundidad.
Las principales aplicaciones de este método son la hidrogeología, detección de fallas y/o fracturas, presencia de cavidades o cuerpos enterrados, descripción geotécnica del subsuelo, detección de intrusiones contaminantes, etc.